miércoles, 19 de marzo de 2014

Papá, ¿donde cazamos este año?



La mayoría de los que sentimos pasión por la caza le debemos la chispa que prendió nuestra afición a nuestros mentores, casi siempre los padres. Junto a ellos aprendimos a desenvolvernos en el campo, pero sobre todo, que la paz residía en los montes y no en los centros comerciales. En esos primeros pasos de morralero intuías que eso de madrugar los domingos no sería un capricho más, siendo cada vez mayor el impulso que nos llevaba a acompañar a nuestros progenitores en sus andanzas cinegéticas. Con la llegada de la edad adulta uno se da cuenta de que tu padre no solo te enseñaba el campo y sus entresijos, sino que para hacerlo tenía que pagar importantes sumas de dinero. Los cartuchos, licencias o la acción el coto no caían del cielo, sino que eran fruto de su esfuerzo y trabajo. Hubo una época en la que no fue así, cuando nuestros padres eran jóvenes. Entonces bastaba con tener cartuchos y afición para cazar en cualquier lado, el campo era libre y cazarlo era accesible para la mayoría.

Hoy las cosas han cambiado y la sociedad se ha mercantilizado hasta límites insospechados. Cazar es muy caro, y el escenario de desempleo existente en nuestro país impide a miles de cazadores asumir los gastos que implican un coto, viajes, licencias, etc. La situación laboral de los jóvenes cazadores es aún peor; de hecho, la mayoría dependen económicamente de sus padres para seguir cazando. En los casos en los que el padre tampoco tiene trabajo (1,8 millones de familias en España en esta situación) [1] cazar es simple y llanamente imposible.

Todos los aficionados sabemos que la venatoria no es capricho de dos días, sino una pasión que para muchos roza la filosofía de vida. Intentemos imaginar la frustración del padre que no puede pagarse el coto, y peor aún, que no puede sufragar la afición de su hij@. En muchos casos el drama familiar es de tal envergadura (desahucios, malnutrición infantil, etc.), que hablar de caza resultaría hasta frívolo. En todo caso, ¿qué sentido cobra la vida cuando te arrebatan tus más fervientes pasiones? ¿Qué sentido cobra la vida cuando no te permiten cumplir tu rol de padre y poder cazar junto a tu hij@?

La invisibilidad que sufren este tipo de situaciones en revistas y webs cinegéticas resulta llamativa. Aún lo es más que mientras miles de aficionados no tiene dinero para cazar, las inquietudes de algunos iluminados sean que no se permite la caza en Parque Nacionales o no disponemos de licencia única. Esta omisión de los problemas reales de la gente (no solo ocurre en la caza) favorece que muchos padres sin recursos acaben culpabilizándose por no poder permitirse ni llevar a cazar a su hij@ al coto del pueblo. La realidad es que lejos de ser culpables, no son más que víctimas de un modelo político y económico en el que tener una vida digna ya es un artículo de lujo. 

No hablaremos de las soluciones que deberían tomarse para hacer la caza accesible a los más castigados por la crisis, lo cual daría para otro post. Un día como hoy, 19 de Marzo, preferimos dar nuestro más sincero apoyo a aquellos padres que esta temporada tengan que decirle a sus hijos: “este año no podemos ir de caza". Mucho ánimo.






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miércoles, 15 de enero de 2014

Datos y reflexiones sobre la hipotética restricción al paso en monterías



Hace apenas unas semanas se filtraron detalles del borrador de la futura Ley de Montes, suscitando especial polémica una supuesta restricción al paso de viandantes en los Montes Públicos durante la celebración de monterías [1]. Ayer mismo el Ministerio de Cañete desmintió esta información y negó limitación alguna en este sentido [2]. No obstante, algunas de las reacciones ante la posible prohibición transpiran que existe escasa información ciudadana alrededor de lo que son las monterías, concrétamente las que se celebran en Montes Públicos. Por ello, y con ánimo constructivo, se aportan algunos datos y reflexiones con objeto de aclarar en la medida de lo posible el panorama. 




1 – En primer lugar, es fundamental resaltar que las monterías solo se llevan a cabo una vez al año en cada “mancha”. Se define por mancha a la superficie de Monte, normalmente entre 200 y 500 hectáreas, en la que se lleva a cabo la batida. Los 364 días restantes no hubiera habido ningún tipo de restricción.


2 -  Cualquier gestor o técnico forestal sabe que los montes cumplen una o varias funciones prioritarias (aprovechamiento maderero, aprovechamientos cinegéticos o piscícolas, protección de biodiversidad, turismo, etc.). Aparte de los objetivos que definen la gestión de un monte se encuentran aquellos otros que, aunque secundarios, son compatibles con dicho modelo de gestión. Por ejemplo, la función prioritaria de los Montes de Valsaín, la cual condiciona su modelo de gestión, es la producción maderera. Sin embargo, dichos Montes ofrecen otros usos y funciones compatibles, como la protección ante la erosión, el aprovechamiento cinegético o el senderismo. No obstante, es frecuente que en función del monte y del tipo de aprovechamiento puedan surgir incompatibilidades de carácter circunstancial o de carácter permanente. Por ejemplo, cuando en Valsaín se estén llevando a cabo las cortas de árboles en determinados rodales, tanto el senderismo como la caza serían circunstancialmente incompatibles en dichas zonas; el primero por su peligrosidad, y la segunda por su fracaso asegurado. Existen más ejemplos. En las aéreas de cría del buitre negro del Valle de la Hiruela se restringe el paso durante el periodo reproductivo con objeto de que la cría se exitosa; algo también frecuente con nidos de águilas imperiales y cigüeña negra por toda nuestra geografía [6]. Otro caso típico ocurre cuando existe una repoblación o regenerado de arbolado tras una corta o incendio; entonces el ganado no puede circular por dichas zonas durante años, ya que se comerían los árboles jóvenes y la repoblación sería un fracaso. En algunas repoblaciones o regeneraciones sensibles también se restringe el paso a las personas, como es frecuente en las áreas costeras. Estas incompatibilidades son comunes y se enseñan en la Universidad, no es una cuestión de opinión.


3 – La caza es un aprovechamiento del monte como cualquier otro, por lo tanto, su práctica también está orientada al éxito de la actividad. Aunque el argumento de la seguridad es evidente, debe tenerse en cuenta que para que la montería se realice correctamente es fundamental que no haya trasiego de gente por el monte batido. De lo contrario se puede perjudicar directamente a personas que han puesto ilusión y expectativas en ese día. Debemos saber mirar lo público desde una visión colectiva, e independientemente de que ciertos usos nos gusten o no, la caza mayor es un aprovechamiento del monte legítimo y quienes la practican merecen respeto. Si el trasiego de gente implica riesgo para el éxito de la actividad y la seguridad de las personas, resulta sensato aceptar que debe evitarse dicha situación.


4 – La supuesta restricción al paso hubiera estado orientada a Montes Públicos. Es importante destacar que más de la mitad de la superficie forestal de España es de propiedad privada. Por lo tanto, los defensores de la libertad de tránsito por el monte deberían saber que la distribución de la propiedad de la tierra dentro de nuestras fronteras es, con mucho, el principal limitante para que podamos movernos por las sierras a nuestro antojo. Dicho esto, resulta lamentable que una recogida de firmas en contra de una supuesta restricción  circunstancial al paso recoja 90.000 firmas [3], mientras que una petición para que el Gobierno no venda La Almoraima, un monte público de 15.000 hectáreas en el Parque Natural de Los Alcornocales [4], apenas supere las 1.000 firmas [5]. Adivinen quien se va a pasear por La Almoraima cuando sea privada.


5 – Las monterías que se llevan a cabo en Montes Públicos están ligadas en la mayoría de los casos a sociedades de cazadores de pueblo, y suelen ser monterías humildes y sociales. En la caza social no hay negocio, ni vallas, ni éxitos asegurados; sino la ilusión y dedicación de muchas personas en que la batida salga bien. Los cazadores que representan el estereotipo del cazador rico (como su majestad el Rey Don Juan Carlos y su corte de amigos empresarios) no cazan en estos montes. Estos últimos cazan en fincas privadas de 2.000 hectáreas en la Sierra de Andújar o en los Montes de Toledo, en las que el paso siempre estuvo prohibido. La supuesta restricción ni les iba ni les venía.


6 -  Es importante aclarar que los cazadores también somos ciudadanos, con dos piernas y dos brazos. De hecho, somos much@s los que además de practicar la caza nos gusta hacer rutas, coger la bici o dar una vuelta a por níscalos. Por lo tanto, generalizaciones como: “Cañete favorece a los cazadores” claman al cielo. A los cazadores Cañete y su Gobierno también nos recorta derechos sociales, también nos privatiza la Sanidad y la Educación, y en última instancia sabemos que el campo les importa tres pares de narices. Pregúntenles a los cazadores en paro como piensan pagarse el coto de caza, licencia, seguro, gasolina y cartuchos el año que viene. En todo caso Cañete favorecerá a los grandes propietarios y a un sector privilegiado de la caza, ¿pero a los cazadores humildes? ¡Ni por asomo!


7 – Es indiscutible que una buena señalización de las monterías debería resultar más que suficiente para evitar que la gente se meta en una mancha que está siendo monteada. Las multas no solucionan lo que no es capaz de prevenir la información, más bien se ceba económicamente con los despistes y errores. Es corriente ver monterías en Montes Públicos que no están señalizadas; en estos casos existe más responsabilidad por la sociedad de cazadores que no ha señalizado que por quién se ha metido en la zona. Ahora bien, no son pocos los casos en los que ha aparecido gente en mitad de una mancha bien señalizada. La propuesta de una base de datos online de monterías hecha por la asociación RedMontañas no es descabellada [7], pero la información a pie de senda y caminos es más importante, ya que todavía hay quienes vamos al campo sin mirar antes internet.


8 – Por último, es cierto que las decisiones en materia de Medio Ambiente de un Ministro como Cañete causan recelo entre los sectores conservacionistas, y no les falta razón. Hablamos de un Gobierno que vendería nuestro campo al mejor postor sin dudarlo, de hecho ya lo hace [8, 9, 10]. También hay quien consideraba que detrás de esa hipotética restricción había una idea maquiavélica de favorecer a los cazadores. En este sentido no es descartable que intenten compensar con migajas y concesiones ridículas su inoperancia ante los verdaderos problemas del campo. En todo caso, los que practicamos la caza ni somos ni deseamos ser los malos de ninguna película, por tanto que cada cual saque sus propias conclusiones.


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